La ciudad castellana donde se encuentra la escalera del diablo

Ávila no solo es famosa por su imponente muralla, sino también por su profunda conexión con la mística, un aspecto que atrae a numerosos turistas cada año. En el siglo XV, Santa Teresa de Jesús llegó a esta ciudad, dejando una huella indeleble en la historia religiosa y literaria. Sus versos, como «Vivo sin vivir en mí», siguen siendo un referente en la literatura española. Entre los sitios más emblemáticos de la ciudad relacionados con ella se encuentran el Convento de la Santa y el Monasterio de la Encarnación.

El Monasterio de la Encarnación fue el lugar donde Santa Teresa pasó gran parte de su vida y donde implantó nuevas reglas para las carmelitas, como limitar el número de monjas y fomentar una vida más austera. Hoy en día, sigue siendo un espacio de clausura donde las monjas viven según estrictas normas, y su lista de espera es prueba del legado de la santa.

Por otro lado, el Convento de la Santa se levanta sobre la casa natal de Santa Teresa, y en su interior se guarda un retrato de ella, entre otras reliquias. Un fragmento de su dedo se encuentra expuesto en una urna, lo que atrae a los devotos. Su muerte en 1582 estuvo marcada por un insólito destino para sus restos, que fueron trasladados varias veces antes de llegar finalmente a Alba de Tormes.

Los visitantes pueden seguir sus pasos por la ciudad, descubriendo la iglesia de San Juan Bautista, donde fue bautizada, y el Convento de San José, lugar donde sufrió un accidente en lo que hoy se conoce como la «escalera del diablo». Además, el Centro de Interpretación de la Mística ofrece una manera única de explorar la vida y legado de Santa Teresa, utilizando una combinación de escultura, sonidos y proyecciones para simplificar la complejidad de la mística.

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Por María Gutiérrez