martes, 20 de mayo del 202520 de may del 2025

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El país de los mil castillos del sur de Francia

Este territorio histórico reúne todos los elementos para ser considerado uno de los más bucólicos del país vecino: castillos medievales, colinas cubiertas de viñedos y ríos exuberantes.

Castelnaud
A su paso por Bergerac, una gabarra de casco chato navega las aguas del Dordoña, un río que, junto a otros como el Vézère, Isle, Dronne y Auvézère, da vida al Perigord. Hasta el siglo XIX, estas embarcaciones transportaban sal, madera y vino, conectando el Lemosín con Burdeos, en la actual región de Nueva Aquitania.

Los vinos del Perigord pueden catarse hoy en la Maison du Vin del Quai Cyrano, en Bergerac. Este edificio contemporáneo, adosado a un claustro del siglo XVII, integra la oficina de turismo y un centro cultural. Aunque la ciudad no tiene vínculo real con el personaje de Cyrano de Bergerac, los visitantes aún buscan su casa natal, atrapados por la ficción creada en 1897 por Edmond Rostand.

Bergerac con y sin Cyrano
Bergerac honra al personaje con dos estatuas en su centro histórico, repleto de placitas y casas con entramados de madera. El Museo del Tabaco y el mercado del barrio viejo son paradas obligadas, especialmente los miércoles y sábados, cuando se celebra el mercado al aire libre junto a la iglesia de Notre-Dame. La gastronomía local es irresistible: foie-gras, confits, quesos, miel, nueces, castañas y trufas acompañan a los vinos de Bergerac, la capital del Perigord Púrpura, cuyo color proviene de sus viñedos.

Biron, el castillo perfecto
Ubicado entre París y los Pirineos, el Perigord es conocido como «el país de los mil y un castillos». Al sur del valle del Dordoña, Biron destaca como el mayor de todos, con su estructura en piedra fruto de ampliaciones desde el siglo XI. La fortaleza, hoy de titularidad estatal, ofrece vistas espectaculares hasta Monpazier, una bastida fundada en 1284 por Eduardo I de Inglaterra. Esta región fue testigo de disputas entre las coronas francesa e inglesa, con eventos como la Guerra de los Cien Años, que moldearon su historia y paisajes.

Monpazier, la bastida perfecta
Catalogado entre los pueblos más bonitos de Francia, Monpazier es un ejemplo de bastida medieval. Su centro gira en torno a la plaza de Cornières, rodeada de casas uniformes separadas por callejones que servían de cortafuego. Sus soportales invitan a disfrutar de una tapa de queso cabécou mientras se admiran las creaciones de los artistas locales.

La Roque-Gageac y su hilera de castillos
A orillas del Dordoña, La Roque-Gageac se acurruca en un meandro del río, con sus casas de piedra dorada, jardines subtropicales y un fuerte troglodítico. Entre robledales y encinares se alzan castillos como Fayrac, Castelnaud, Lacoste y Les Milandes. Este último, del siglo XV, fue hogar de la vedete Josephine Baker, quien acogió aquí a doce niños durante la Segunda Guerra Mundial.

El castillo medieval soñado
Beynac, colgado de un precipicio con el Dordoña a sus pies, ha sido escenario de películas como Juana de Arco y El último duelo. En sus muros resuenan historias de Leonor de Aquitania, Ricardo Corazón de León y Simón de Montfort. No lejos de allí, los jardines de Marqueyssac, con sus bojes centenarios, ofrecen una de las panorámicas más bellas del Perigord.

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Por María Gutiérrez